Separado
>> domingo, 17 de enero de 2010
Nos separamos en silencio, sin palabras que coronasen nuestra despedida. Estuvo el momento sostenido sin lágrimas, con el corazón roto, tu mejilla se tornó pálida y fría, descolorida por la ausencia de mis besos y el calor de mis caricias.
Aquella hora predijo, un dolor interno incomparable con ningún otro dolor, mi pecho se oprimía mientras ungías tus lágrimas en un pañuelo que antaño, me perteneció. Quise pensar que aún retenía la fragancia de mi perfume.
Aquella hora predijo, un dolor interno incomparable con ningún otro dolor, mi pecho se oprimía mientras ungías tus lágrimas en un pañuelo que antaño, me perteneció. Quise pensar que aún retenía la fragancia de mi perfume.
En verdad todo este dolor, nos cubrió como el rocío de la mañana, resbalando por nuestro espíritu. La hora en el reloj anuncio así nuestras diferentes partidas, nuestros divergentes destinos que nos alejarían implacablemente.
No hubo juramento alguno de un futuro reencuentro, ni un idealismo romántico del momento. Solo un sudor resbaló frío por mi frente, ahuyentado la emoción del momento vivido. Tu nombre recorre mi pensamiento recordando una voz lejana acompañando imágenes vividas junto a ti. Lúgubre momento que palpo aquella felicidad, una realidad ahora extraña y pasajera sin juramentos de mejoría.
Me estremezco al arrepentirme de aquella separación y me reúno junto a ti en secreto entre mis pensamientos más hondos. En silencio lamento aquella separación sin saber expresarlo, entre mi respiración busco tu olor corporal, tu tacto y palabras que envolvían mi ser.
Si llegara el día en que nuestros caminos volviesen a converger, unirse como sutil capricho del destino, te hablaría. Volvería a coger tu mano con fuerza para no soltarla jamás. Fantaseo en mi interior con volver a descaminar mis pasos, desvivir mis días vividos y regresar aquel momento en el que el reloj nos separo. Cambiaria cada instante del hecho, cada silencio no entendido, lo rompería con millones de palabras enamoradas. Volvería una y otra vez, volvería junto a ti, sin lágrimas que ungir, ni silencios coronando. Acariciaría tus mejillas pálidas para que se tornasen rosadas entre mis caricias.
Volvería aquel once de Marzo de 2004 y estar junto a ti en aquella estación que te llevaba a Madrid, desde entonces comprendo el significado de sobrevivir, entonces comprendo donde habitan las palabras que nunca se dicen…
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